Apple Watch y la nueva tecnología en el aula, ¿adversidad o fortuna?

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Esta semana Apple anunció la salida al mercado de su nuevo Iphone, el 6 y el 6+. La noticia ha sido acompañada con una (in)esperada novedad, la salida a la venta del Apple Watch, el ‘smart’ reloj que inicia una nueva era de lo que se llama en ingés, wearbale technology, o la tecnología ponible. Estos complementos y prendas de vestir incorporan nueva tecnología, o por lo menos, elementos tecnológicos inteligentes. Ahora bien, es esa última palabra que me interesa desde el umbral entre el mundo que conocíamos y un mundo de gadgets que pronto nos va a inundar.

‘¿Qué será de la enseñanza ahora?’ – puedo escuchar compañeros voceando sus legítimas preocupaciones. ‘¿Qué será de nosotros?’ – siguen preguntando con frentes fruncidas. B.J. Fogg, profesor consultor de la Univerisdad de Stanford y director del Stanford Persuasive Tech Lab dice que pronto esta tecnología se convertirá en appendages, (añadido biológico). Sigue el prof. “para eliminar estas capacidades será como atar una mano detrás de la espalda). No vamos a poder pedir de los alumnos que resisten, según un estudio psicológico reciente, la resistencia/fuerza de voluntad tiene un límite y si la van a gastar resistiendo el móvil, no la tendrán para deberes, trabajo para la clase etc. Tenemos que encontrar otras soluciones.

Sin duda comparto esas preocupaciones. Pronto acabo mi doctorado y con mucha esperanza pronto me involucro en un puesto de trabajo, seguramente con ciertas horas de enseñanza (espero). Lo último que quiero ver, es una mano vibrante avisando la entrada de un nuevo mensaje en facebook de la alumna en frente. No sueño con una mirada congelada de un alumno con gafas inteligentes que intenta fingir escuchándome cuando en realidad está mirando la última peli de los protectores de la galaxia. Esto, ahora suena como ciencia ficción pero no lo es. Toda esta tecnología existe y es cuestión de tiempo hasta que tengamos esas situaciones ex profeso en clases. Si hasta ahora, el peor enemigo fue un teléfono que de golpe empieza a cantar Iron Maiden porque el chico olvidó cambiar la función, ¡¿qué nos espera en los próximos meses?!

No obstante, soy igualmente un afán de la nueva tecnología (que, de hecho, ya no es tan nueva), de Humanidades Digitales y de la incorporación de este mundo virtureal. Por tanto, cuando pienso en el Apple Watch, sí, veo lo arriba mencionado pero al mismo tiempo veo un sinfín de nuevas posibilidades. Vamos a reflexionar sobre algunos fines positivos para esta tecnología. Finalmente el alumno con Google Glass ahora podrá grabar partes de las clases que no domina muy bien para volver a verlas en casa; el que lleva el Ireloj podrá bajar una aplicación que le midará el pulso y aquí lo tenemos, cada vez que su pulso baja, la app. le da una vibración (o para ser más cruel, una alarma para que toda la clase se dé cuenta) y aquí lo tenemos, el deseado fin de la somnolencia.

Futura alumna de Español para extranjeros

Futura alumna de Español para extranjeros

Eso no es todo, ¿qué hacer con los que no quieren estudiar, los que se sienten detrás en un anfiteatro de 100 alumnos? ¿Cómo podemos utilizar esta tecnología para que aprendan? Afortunadamente, la respuesta resulta más simple de lo que parece. ¡Nada! Si en una clase de multitud de alumnos que están allí por una nota pasable obligatoria aparecen algunos que no quieren estar presentes, será imposible (e injusto hacia los otros) cambiar el ritmo de los estudio. Lamento decir que hasta en esta situación la tecnología podría ayudar. Ya que si hasta ahora, sus constantes charlas molestaron una clase entera, ahora, se quedan callados con sus cacharritos detrás de la clase. De tal forma, que los otros 95% no se perjudicarán.

No son sino ejemplos de un profesor in situ, más importante aún (y donde dedico muchas de mis horas) son las ventajas para el aprendizaje del saber y la ayuda extraordinaria que esa tecnología pueda ofrecer a los alumnos más allá de la clase. En particular, las posibilidades para los alumnos con dificultades son inimaginables.

Sin embargo, volvemos al profesor preocupado. En efecto, ello no viene sin trabajo recíproco del profesor. Ya no se puede mirar al otro lado y quejarse, e incluso maldecir (en casa), la tecnología. La accesibilidad al océano de información puede ser positiva o negativa, y la nueva tarea del profesor es enseñar cómo encontrar la primera. Es tiempo para que nos comprometamos a aprender a pensar más allá del libro (sin dejar de utilizarlo por supuesto). Después de todo, hay que recordar que el libro igualmente era una novedad peligrosa en su tiempo, por ello, tantos han desaparecido en fogatas. El libro era y todavía es un instrumento de saber y fuente de información, y, del mismo modo, la nueva tecnología sigue esta línea. El Ireloj, las gafas de visión aumentada y pronto, el sombrero satélite, abren camino a los que eligen pasar la frontera y ofrecer a sus alumnos no solamente crónicas olvidables de data sino un anclaje de valor y enseñanza de la buena conducta de la tecnología. Recordamos, pues, que uno no puede enseñar lo que no se atreve a aprender.

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